“Sólo pudo haber sido pintado por un loco”. La inscripción añadida a El Grito no fue trazada por nadie más que por el propio artista, Edvard Munch, concluyó el Museo nacional de Noruega.
Escritas en lápiz, en la esquina izquierda de la parte superior del icónico lienzo, que se ha convertido en un símbolo de angustia existencial, las pocas palabras en noruego han alimentado durante mucho tiempo las conjeturas sobre la identidad de su autor.